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El tiempo desocupado de materia
trepa entre obstáculos:
tentaciones cotidianas de diversión.
En las alturas, encuentra su esencia.
Las horas se llenan de minutos, segundos.
 El ser se distancia de lo ajeno.
Descubre motivos enterrados,
debate instancias autoestablecidas,
valora las inflexiones de su andar.

El desdeñoso aburrimiento,

antiguo exiliado,

forma la conciencia

aflora e individua la existencia.

Inicias una lucha que de ante mano
conoces como perdida:
Ningún ser humano venció.

El instinto de la supervivencia te empuja
a la anestesia, apertura de pecho,
ensanche de venas, flujos a la deriva.
Desaparición de constantes vitales,
ELECTRO XOC
y vuelta a empezar.

Una habitación blanquecina esteriliza la vida.
Horarios, comidas, fármacos preestablecidos:
sistematización de la muerte insignificante.

Haces esfuerzos para comprender.
La primera respiración siempre esconde
un último aliento.

A media noche, te deslizas por las escaleras,
puntilleas los cuatro peldaños del rellano.
Detrás de ti, abandonas el silencioso descanso del vecindario,
que tras un séquito de puertas herméticas seguirá
resguardado entre sus cálidas mantas.

Inmerso en la tenue luz,
Desenfundas un antiguo transistor;
Tu consorte nocturno.

A modo de saludo, fijas tus ojos en él
Y con fuerza, presionas la tecla “on”.
Ésta, a trompicones, desvela su lento mecanismo.
Como buen manitas, le propinas su esperada palmadita;
Inicio de la estridente invasión melódica.

Frente a frente, la distancia es insalvable.

Sílabas, sonidos caen
De nuestros labios, cerrados.

Gestos, en inercia se fragmentan,
Quedan colgados en el tráfico.

La respiración se acorta.
En la garganta se ahoga las vísceras.

Y el rostro, forzado, exhibe
Infranqueables cortesías,
Lacónicas fraudulencias.

Ante una pared a medio lijar,
Tiempos inhumados toman forma
Ante aquellos ojos en anhelo de comprender.

Una sirena nace de los rizados cabellos
de un joven que sueña en centauros maniqueos.
Bustos de circunstanciales émulos exhalan
palomas, en oposición a los artífices de la historia.
Una cascada se bifurca en caminos espumosos,
Donde planean palabras en flor.

La imaginación cae en un todo orgánico,
Desencadena limítrofes hitos y
el sinsentido torna los ojos en blanco:
Esferas de incertidumbre.

Te deslizas en un laberinto,
Dejando atrás puertas que
Se cierran bajo llave.

En su centro: la nada informe,
Plena ceguera.
Desboque de extremidades, aullidos, cornadas
quiebran antiguos cerrojos.

Te eriges, con conciencia, recoges
verdades relativas entre escombros.
Construyes el primer peldaño.
Inicias el camino que, un día,
Tus necesidades volverán a derrumbar.

Cogeas entre andenes que abandonas
con el cavalgar de un vagón azaroso.
- Señoras y señores disculpen las molestias!

El equilibrio de tu muñeca acaricia
el arco de resina que tiembla
en el baibén de cuerdas al vacío.
La melodía ensordece desacuerdos diarios,
templa miradas burlonas, desestima islotes pixelados.
A través de la ventana, se erigen montes,
se dibujan senderos entre bosques,
brotan riachuelos todavía insipientes,
conejos construyen madrigueras,
emergen tejados humeantes,
en pleno invierno campos de amapolas.

-Guarde el instrumento:
No se concede tocar!